“- Venga mami, hazme más preguntas- Me dice Sergio siguiendo con el juego que hemos comenzado hace un rato.
– Pues… ,¿Quién es el profe que menos te gusta?- pregunto con curiosidad.
– …………………– Me contesta con picardía (omitimos nombre para evitar futuras represalias).
– ¿Quién es la chica más guapa de la clase?– Aprovecho para indagar, viendo que Sergio esta en modo conversador
– …………………., curiosona– Me dice dándome un beso (volvemos a omitir nombre por respeto a la intimidad de mi hijo).
– ¿Cuál es el momento más triste que recuerdas? – Sigo curioseando esperando que no se canse y pueda aprovechar esta oportunidad.
– Cuando papá se fue a Polonia– Contesta rápidamente.
– Lo pasaste mal ¿verdad?, aunque en esos momentos por más que te preguntaba no me contaste nada– Le digo apenada, lo cierto es que no me di cuenta de cuanto le afecto esos meses que su padre estuvo trabajando en el extranjero.
– Bueno, estaba triste, lo echaba mucho de menos, y no quería ponerte triste a ti, porque tú también lo echabas de menos- Me da un beso que yo siento en cada poro de mi piel.
– Si, cariño, es verdad, pero nos podíamos haber consolado mutuamente– le digo devolviéndole el beso.
– Oyeeeeeeeeeeee– Se oye una voz desde la otra punta de la habitación.
– ¿Qué pasa Nachete?-Le digo mirándolo a los ojos fijamente por haber interrumpido ese momento de confidencia
– ¿No creéis que os estáis poniendo un poco ñoños?, ¿Podemos jugar a la pelota?.·”
Viva la capacidad que tiene mi hijo de salir de la melancolía y romper el momento sensibloide que estábamos viviendo Sergio y yo.
Y es que a partir de ese momento se rompió la atmósfera, yo diría que mágica, de confidencia que se había creado sin habernos dado cuenta, y que tantas veces he intentado provocar sin ningún resultado.
Porque tener un hijo poco comunicativo conlleva un sufrimiento adicional, ya que nunca sabes que es lo que está pasando por su cabecita, ya sea para bien o para mal, y porque arrancarle cuatro palabras seguidas cuando le preguntas algo en concreto, es todo un ejercicio de esfuerzo y superación a la barrera del “si”,“no”,“bien”,“mal”.
Eso unido a la cara de tonta que se te queda cuando alguna mama del cole te dice…”ya te habrá contado tu hijo el trabajo que están haciendo por equipos”, y yo…”si, si claro” mientras en mi interior me digo “de que narices me estará hablando”.
Pero lo cierto es que si tengo que ser completamente sincera , yo era así también, recuerdo perfectamente como mi madre venía a preguntarme si me pasaba algo, cuando me veía triste, y aun puedo sentir la sensación de no poder conectar mis pensamientos con mi boca para poder expresarlos. Y eso mismo veo en mi hijo en muchas ocasiones cuando hablo con él, siento como quiere decirme lo que le ocurre pero no encuentra la forma de conectar pensamiento- emoción- palabra.
Si a esto le unimos la temida adolescencia, pues claro, la cosa se agrava, por lo que yo me digo constantemente “paciencia Loreto, paciencia”.
Y es que apoyar a nuestros hijos cuando nos dicen que les pasa puede ser difícil, pero es mucho más difícil intentar ayudarle cuando claramente rechaza tu invitación para hablar sobre algún tema. A ello le sumo, que particularmente yo, me siento mal cuando me rechaza contundentemente con un “No me pasa nada mamá”.
Pero lo cierto es, aunque me pese decirlo y sobre todo sentirlo que, muchas veces cuando mi hijo se guarda sus problemas, tiene una buena razón, bien porque tema mi reacción, o porque anticipe reacciones negativas,o porque sienta que no vaya a guardar su secreto, pero sobre todo porque piense que hablar no sea una posible solución.
Así que me propongo cambiar de táctica, cambiar de preguntas para hacer que se sientan mejor, cambiar el “¿Qué te pasa?” por “¿Puedo ayudarte en algo?”. Cambiar el “Venga, Sergio cuéntamelo ?” por “¿Prefieres que te acompañe en silencio o prefieres estar solo?”.
Me propongo cambiar la insistencia por la comprensión, por el ofrecimiento de apoyo general, porque lo cierto es, que puedo soportar su malestar sin hacerlo mío, únicamente estando a su lado, aceptándolo y haciéndoles saber que estaré ahí para cuando EL quiera.