“-Chicooosss, me voy al Yoga– Les digo a mis hijos impaciente por marcharme.
-Puedo ir, puedo ir– Me contesta Nachete que se apunta a un bombardeo.
-Bueno, vente, pero a mirar porque no sé si podrás hacer la clase conmigo-Le contesto intentando mitigar las posibles consecuencias de su decisión de venir.
-Una vez allí, y dando la casualidad de que solo somos dos personas, el profesor le dice:
-Quieres hacer la clase con nosotros- Le indica mirándole con cariño.
– No, No- Contesta Nachete con vergüenza, pero al cabo de 10 minutos le pica la curiosidad, y poco a poco se coloca a mi lado.
-Vamos a hacer 3 saludos al sol-Dice el profesor.
Nacho me mira todo intrigado y comienza a seguir los movimientos. Yo emocionada, intento concentrarme, pero me hace tanta gracia verlo intentando realizar cada postura con precisión que disfruto con cada movimiento, con cada respiración. Al finalizar la clase y después de una relajación con visualización incluida en la que el terremoto de Nachete no ha movido ni un pelo.
-¿Te ha gustado Nacho?- le digo toda intrigada
-Si- Me contesta en un tono de voz más bajo de lo habitual– Pero no lo he podido hacer bien porque no llevaba ropa de deporte.
-¿Y has visualizado el bosque verde en la relajación? – Le vuelvo a preguntar impaciente de escuchar su contestación.
-Si, si, bueno no era un bosque era un campo de futbol– me dice todo orgulloso.”
Así es como me doy cuenta de que los niños hacen las cosas con pasión, sin juzgarse a sí mismos, ni juzgar a los demás, sin compararse con la persona de al lado, sin críticas, simplemente disfrutando de lo que hacen…y en este caso, porque el YOGA es para todos
Mi experiencia con el Yoga se remonta a hace algunos años, aunque no ha sido hasta este último cuando lo he practicado de forma regular.
Hoy en día es difícil no haber oído hablar de que es el yoga, incluso se han puesto de moda distintas modalidades, el bikram yoga (yoga a 40 º), el acroyoga (yoga con posturas acrobáticas) el sup yoga (yoga en una tabla de surf), y yendo un poco más a lo absurdo, el yoga de la risa, el yoga de la cerveza, o el yoga del insulto (no lo digo en broma)
Pero hablando de la disciplina como tal, para mí el Yoga no es simplemente hacer ejercicio, sino que me aporta muchas cosas más.
Yo practico el Hatha Yoga que es, posiblemente, el más conocido y se puede traducir como yoga físico. Parte de este punto para beneficiar la salud mental, se concentra en las posturas corporales y tiene gran eficacia preventiva y terapéutica. En la práctica, se combinan posturas, ejercicios, respiración, relajación y meditación. Algunos de los beneficios del hatha yoga a nivel corporal son una mayor elasticidad, firmeza, equilibrio, resistencia y vitalidad y a nivel mental, concentración, estabilidad emocional, paz y autoconocimiento
Una sesión de yoga suele durar entre una hora y hora y media, durante la cual se practican diferentes asanas (diversas posturas que tienen con objetivo actuar sobre el cuerpo y la mente) con distintos grados de dificultad dependiendo del nivel del alumno. Al finalizar, se dedican unos 5 ó 10 minutos a técnicas de relajación y meditación destinadas a devolver el cuerpo y la mente a la calma.
Como bien dice mi profesora, “el yoga te equilibra, puede dar más energía o relajarte…depende del momento del día y de las posturas”, “conectas con tu cuerpo y te ofrece calma”, algo tan necesario en la sociedad en la que vivimos.
Así que os animo a que lo probéis, hoy en día en casi todos los centros donde se practica ofrecen una clase gratuita de prueba, para empezar no se requiere de una excelente condición física, sino ganas de realizar esta disciplina, hasta algún maratoniano que otro se va a lanzar a probarlo. ANIMO, ¿Qué puedes perder?.