“- Mamá, mamá, el domingo podemos ir al parque de skite con el patín- Pregunta Nacho insistentemente.
– No cariño, el domingo corremos el maratón- Le digo con resignación.
– Nosotros también– Me dice con cara susto.
– No, hombre no. El que corre es papa, nosotros vamos a ir a animarlo- Respondo para tranquilizarlo.
– Aaah, bueno, menos mal– Me dice mirándome aliviado.
– Bueno, aunque en algún momento tendremos que correr, para llegar a verlo en distintos sitios -Le digo yo preparándolo para la caminata de mañana.
– Y podemos ir en patinete– Me dice en tono de súplica.
– Claro, mejor, así os divertís más- le digo con entusiasmo con el fin de contagiárselo.
– Es que mama, eso de correr sin que alguien venga detrás para pillarme, no lo veo divertido- Indica todo serio.”
“No me calzo las zapatillas ni me pongo pulsómetro ni salgo a correr, pero este domingo correré el Maratón de Valencia”
Así comienza un artículo que leí hace unos años y que me llego al corazón, porque, sí, este domingo toda mi familia correrá el Maratón de Valencia, y no lo digo solo porque empezaremos por el km 13 y seguiremos hasta el 26, y andaremos hasta el 42, para ver entrar a Toni, esperando que haya cumplido su sueño de batir su marca personal, sino que lo digo también porque llevamos meses preparándonos para esto, porque desde que comenzamos a prepararnos, seguimos una disciplina que en ocasiones marca horarios, comidas y planes de fin de semana.
Y admiro la fuerza de voluntad que hay que tener para salir a correr, “solo” 30 km porque toca “tirada larga”, sino que, además, hay que salir a correr a las 6,45 de la mañana, porque luego hay que llevar a Nachete al fútbol.
Y ahí es donde me pregunto ¿hasta dónde estamos y dispuestos a llegar cuando queremos conseguir algo? Y claro, yo hablo de fuerza de voluntad, pero tal vez tendría que ir más al fondo, y hablar de motivación, de una fuerza interna que le mueve para hacer tanto sacrificio e incluso llevar el cuerpo al límite. Se trata querer conseguir algo y perseverar en el camino, pase lo que pase, y de no rendirse. Es la motivación el combustible que le da energía, para poder alcanzar la meta, y no solo llegar a ella, sino alcanzarla en un tiempo determinado, que, por cierto, cada año es menor.
Así que yo tengo un gran maestro en casa que me enseña lecciones de constancia, fuerza, valor concentración, perseverancia y que desde luego y pensándolo en frio me gustaría aplicarlas en otros aspectos de mi vida que no son el running.