Comenzamos….
“- Mamá, mamá ¿Cuántos días queda para mi cumple? – Me pregunta Nacho al día siguiente de que sus Majestades los Reyes de Oriente visitaran nuestra casa.
– Veintisiete días, hijo mío, veintisiete días– Le contesto con resignación.”
Y no, no es que estemos en el día de la marmota, es que simplemente, volvemos a nuestra rutina después de este parón navideño, y entre ellas está la de contar los días para cualquier evento.
Porque esta semana ha sido todo un desafío para mí, volver a despertar a los niños a las 7,45 cuando llevaban 15 días levantándose cuando querían, volver a pelear para que se vistan, desayunen y salgamos a tiempo, volver al trabajo, a las actividades normales del día a día, los deberes de los niños, las extraescolares, la casa, las reuniones en el cole y todo ello sumado a los nuevos objetivos-propósitos que me he marcado y que he comenzado a poner en práctica ha supuesto todo un desafío para mí. Y a pesar de que la semana ha transcurrido a una velocidad de vértigo y que físicamente he acabado agotada, me siento satisfecha.
Me he dado cuenta de que lo que estoy haciendo tiene sentido, y estoy comprobando en mi propia piel los beneficios de ciertas prácticas que me están enseñando en el Master. Y os cuento esto porque cuando estas con un profesor que te cuenta un montón de cosas maravillosas de esta o aquella práctica diaria y te dice que lo compruebes, que tengas paciencia, y que sientas sus resultados por ti misma, tienes dos opciones, o no creerte nada de lo que te cuenta y pasar de todo, o bien, no creerte nada de lo que te cuenta y verificarlo por ti misma, y eso es lo que yo estoy haciendo, aunque suponga un esfuerzo algunas veces.
Y después de un tiempo, me estoy dando cuenta de que afronto cada cosa que va ocurriendo de otra manera, más tranquila, más abierta, que empiezo a darle importancia a otras cosas, que soy más consciente de lo verdaderamente importante, ya no miro a los demás de la misma forma, y sobre todo, empiezo a ser yo la dueña de mis pensamientos, de mis emociones, y sobre todo de mis reacciones ante ellos.
Y por supuesto con esto no quiere decir que ya haya recorrido el camino, todo lo contrario, acabo de empezarlo y lo mejor de todo, es que estoy encantada de que sea así, porque se lo mucho que me queda, para ser exactos toda mi vida, pero he descubierto lo que es disfrutar del recorrido, aunque a veces haya tropezones, porque cuando soy consciente de este tropezón, puedo aprender algo que me ayuda a seguir.