“- Mamiiii, mamitaaaaaaa, me encuentro mal– Me dice Sergio cuando lo despierto.
– ¿Qué pasa cariño?, ¿Qué te duele? – Le contesto abrazándolo.
– Me duele todo- Me dice con vocecita infantil.
– A ver- Pongo mi mano en su frente- Uy, vamos a poner el termómetro, tienes fiebre– Me levanto de su cama afirmando.
– Noooooooooooo, no quiero la medicina, esta asquerosa– Comienza a lloriquear.
– Treinta y ocho y medio, tienes fiebre-Sentencio entrando en pánico- tengo que desorganizar el día y volverlo a organizar. Voy a llamar a la mama de Martina para que se lleva a Nacho al cole, a mi jefa para decirle que trabajo desde casa, al yayo para que recoja a Nachete para ir comer………. NO ME DA LA VIDA.”
Entro en pánico…………………, ¿Cuál es el emoticono de “socorro como lo organizo todo en diez minutos”?.
Y es que esto es una prueba de lo que puede trastocar la organización familiar una enfermedad leve como un simple resfriado, y acostumbrada tantos años a actuar con el resorte automático de “Dios Mío, ¿y ahora qué hago?”, mi primera reacción es ponerme nerviosa e incluso bloquearme, lo cual supone como bien digo, entrar en pánico.
Pero, esta vez paro, cierro los ojos y respiro hondo, una, dos y hasta tres veces, hasta que noto como mi corazón empieza a normalizar su ritmo y mi mente se calma. Entonces vienen las soluciones más fácilmente, primero una y luego otra, y puedo comenzar a actuar.
Y no solo eso, sino que cuando ya he conseguido cuadrar todo el día, vuelvo a parar, cierro los ojos y vuelvo a respirar, y entonces empiezo a ver el lado positivo de la situación, porque la verdad, es que tiene su lado positivo, y es cuando puedo afrontar este nuevo día, distinto a como lo había planeado, pero con actitud positiva.
Porque últimamente nos hablan mucho de pensamiento positivo, de actitud positiva, que parece que son términos que han venido a sustituir a la palabra “optimismo”, pero la verdad es que el pensamiento positivo y la actitud positiva no es lo mismo.
Si pensar en positivo es tan positivo, ¿por qué no nos ponemos todos a pensar en positivo y ya está? Esa es la cuestión, el pensamiento se queda en el mundo de las ideas, la actitud nos lleva al mundo real, al mundo de los hechos, del actuar. Es mi actitud frente a las cosas lo que determine que yo actúe de una u otra forma. Lo que pasa a mí alrededor, no deja de ser circunstancias externas a mí, unas mejores y otras peores, pero circunstancias, y lo que he aprendido es que yo no dependo de ellas para tener una respuesta óptima. Pero también he aprendido que llevo muchos años actuando de forma distinta, con el piloto automático, y que hoy por hoy, aún tengo que parar para hacer las cosas de forma distinta.
Así que esta semana os propongo que reflexionemos respecto a nuestra actitud frente a las pequeñas cosas de nuestro día a día, y que seamos conscientes de como actuamos, de modo que podamos cambiar ese resorte automático por un actuar más consciente y por tanto seguro que más positivo.