“- Buenos días Nachete, a levantarse– le digo besándolo como todas las mañanas.
– Mmmmm un poquito más– Me responde con los ojos cerrados.
– Vengaaa, marmotilla, ¡Madre mía Nacho! que pelo llevas, pareces un león-Le recrimino riéndome.
– Déjame mamá, voy a hacer pipí– Me dice malhumorado.
Se levanta de la cama medio adormilado y se dirige sigiloso hacia el cuarto de baño, entonces oigo su grito:
– ¡!!!!!!!Madre mía, que pelo!!!!!!!!-(silencio)- ESTOY GUAPÍSIMO.
Y OLE OLE OLE, viva la autoestima de mi hijo Nacho
Cualquiera que lo conozca un poco no le extrañará para nada esta contestación, Nacho es…Nacho, un torbellino, un terremoto, es a quien todo el mundo le saluda cuando vamos paseando por el pueblo, ya sea un niño de su edad, un adolescente de dieciséis años, una jovencita monísima de veintidós, o la abuela de todos ellos, “Ehh Nachete, choca esos cinco”. Es quien se quiere enterar de todo y además tiene un oído muy fino para captar las conversaciones privadas, ”Mama, te he oído”. Es quien un día se puso a llorar al ver un mendigo pidiendo en la calle “Mami, no lleva zapatos”. Nacho es el payaso de las reuniones, el líder en el colegio, es el que sigue y sigue intentando las cosas hasta que las consigue “Mira papi que cañito te hago”. Es aquél que aún me pide meterse en mi cama cuando tiene miedo “Mami tengo una pesadilla” (valga decir que es casi todos los días).Es cariñoso, generoso, luchador… en definitiva un Amor.
Pero Nacho también es tozudo y cabezón “Mama que no, que no”, siempre quiere tener razón en todo “ Mama, pesada que hoy es lunes, no es martes”. Es impulsivo, dice y hace lo primero que le viene a la cabeza, sin pensar en las consecuencias “ Sergio no quiero ser tu hermano”. Podría decir que es un poco manipulador, a su hermano lo mangonea como le da la gana “ Te cambio un chicle por una hora de play”. Es insistente hasta la saciedad “Me das una chuche, me das una chuche”. En definitiva……….me saca de mis casillas.
Siempre he dicho que Nacho tiene un poder conmigo, y es que saca lo mejor y lo peor que hay en mí. Es capaz de sacar la niña que llevo dentro, la mama divertida que baila con él, la generosa, compasiva y amorosa, pero también es capaz de sacar a la gritona e histérica, la impaciente, la testaruda, la nerviosa, la autoritaria y podía seguir y seguir.
Hace mucho tiempo escuche una historia que se me quedo grabada, me contaron que los niños antes de nacer son seres etéreos que eligen a sus padres, y lo hacen con una misión, enseñarles a evolucionar como personas, a ser mejores, a superar sus obstáculos, sus miedos. Entonces entendí que a mí no me habían tocado mis padres al azar, sino que al haberlos elegido, les había ayudado en su evolución. Y con el tiempo veo como mis hijos son mis mejores maestros, he entendido que son como son, y esa forma de ser es la que a mí me sirve para ver en mi mis defectos y virtudes, mis miedos, mis inseguridades… Y entonces cuando algo me molesta mucho de Nachete, me paro a pensar, y tengo que confesar que no siempre es antes de que se haya liado, sino después de los gritos o de los castigos, pero siempre descubro que eso que me molesta de él, tiene algo que ver conmigo, mi hijo solo ha sido un espejo de mi persona, de mi comportamiento, y cuando me doy cuenta de ello, puedo reaccionar, y bien, puedo evitar el drama, o bien le puedo pedir perdón, pero siempre puedo mejorar en algo.
Así que os animo a que observéis a vuestros hijos, como los maestros que son, que los miréis con los ojos de indagar que es aquello que hay en ellos y que tiene que ver con vosotros. Os puedo asegurar que desde esta perspectiva, ya no es tan difícil llevar esos momentos de película de terror, en los que a veces nos encontramos con nuestros hijos.