“- Mamá te he echado tanto de menos– Sergio.
– Yo también mami– Nacho.
– Y no sabes lo divertido que es jugar con amigos– Sergio.
– Es verdad mami, estar al aire libre es una pasada- Nacho.
– Si mamá mucho mejor que jugar todo el rato con las maquinitas– Sergio.
– Es verdad mami, paso de la Play– Nacho”.
Ja ja ja, ya me gustaría a mí, esta es la conversación imaginaria que he tenido durante los 11 días que mis hijos han estado de campamento.
Obviamente no tengo que deciros que la realidad fue otra completamente distinta, y que mi diálogo interno se quedó precisamente en eso, en interno y…fantasioso.
Y es que mis churumbeles han pasado 11 días en un campamento, 11 días en los que he vuelto a disfrutar de la maravillosa sensación de no comportarme como madre. Porque es cierto que el sentimiento es el que es, y ser, se es madre para siempre, pero el sentimiento de no tener que actuar como tal, eso es otra cosa.
Y es que durante estos días mi tono de voz ha bajado 10 decibelios, mi radar de detección de conflictos se ha desactivado, mi capacidad de multitarea ha descendido, por no decir de mi imaginación, orientación, creatividad, paciencia, empatía etc., grandes virtudes que si bien no han desaparecido sí que se han quedado relegadas a un segundo plano.
Porque esta semana ha vencido el silencio, los maratones de series, el deporte, las charlas sin interrupciones, las cenas improvisadas, en definitiva la tranquilidad.
Peroooo, la verdad es que la casa estaba demasiado silenciosa, demasiado limpia, demasiado ordenada, demasiado vacía.
En ocasiones el aburrimiento se ha apoderado de mí, y en lugar de disfrutar me he dejado llevar por la melancolía. En ocasiones ha aparecido la culpa por estar disfrutando de la sensación de no tener a mis hijos pendientes de mí. En ocasiones hasta la tristeza ha aparecido y me ha atrapado en sus garras, llegando incluso a querer ir a por ellos y traérmelos de vuelta.
Porque lo cierto es que ser madre, se es para siempre, y dejar de comportarse como tal, lleva su proceso, y que en cualquiera de los casos, a pesar de todo, su presencia rondaba cuál espíritu, por toda la casa.
Pero también es cierto, que he podido recuperar cierta sensación de independencia que me ha permitido cuidar única y exclusivamente de mí y eso, hoy por hoy es un lujazo.
Así que esta semana me propongo…volver a enviar a los niños de campamento el año que viene, pero esta vez sí pueden ser 15 días, pues mejor.