Hace un buen rato que estoy sentada, delante de este papel en blanco, pensando en que escribir…
“- Venga Loreto, no puede ser tan complicado-Me digo.
– Hoy es el día del padre, es un temazo -Pero…no me sale ni una línea.
– Bueno, escojamos otro tema- Insisto.
– Piensa, piensa-Me estrujo la cabeza, pero nada.
-¿Alguna última anécdota de los niños que me inspire?-Intento recordar.”
Parece que mi cerebro se ha quedado en blanco.
Desde que comencé esta nueva andadura, siempre había tenido claro el tema sobre el que iba a escribir, y de no tenerlo, habría el ordenador y al poner los dedos sobre el teclado, estos comenzaban a moverse como si tuvieran vida propia. Pero hoy, no, hoy no ocurre lo mismo. He dejado pasar día tras día de la semana, pensando que tarde o temprano me vendría la inspiración, que tarde o temprano aparecería ese tema que quiero compartir.
Pero NO, lo único que ha aparecido ha sido la ansiedad de no saber que expresar, el perfeccionísmo de escribir todas las semanas, el miedo de defraudar a la gente que me lee semana tras semana, la exigencia de haberme creado una obligación, el miedo a fracasar en esta nueva etapa, la falta de tolerancia a la frustración de no saber que escribir… la baja autoestima que aún deambula por mi cabeza en muchas ocasiones.
Y es que pensando y pensando, me he dado cuenta que lo que me ha impedido escribir esta semana ha sido el perfeccionismo excesivo que forma parte de mi vida, y que me lleva a ser una persona excesivamente exigente conmigo misma y con los demás. Buscando el tema perfecto para este blog, he dejado pasar la semana y ello ha tenido consecuencias en mi estado de ánimo que no han pasado desapercibidas para mí, ni para los demás.
Esta semana escribir se ha convertido en una obligación, y no en ese momento de disfrute en el que me sentía como pez en el agua… pero a pesar de todo ha vuelto a pasar, porque vuelvo a sentir como mis dedos funcionan solos, dejo de escuchar esa vocecita interna que se ha convertido en un juez implacable estos últimos días para aceptar la situación tal como es: no estoy inspirada.
Y ahora empiezo a ver que hay otras formas, otras maneras de afrontar la realidad, que las cosas no tienen que ser de una manera rígida y determinada, que los demás son como son, y que yo en muchas ocasiones no soy como me gustaría ser, pero tampoco puedo pretender lo que no soy.
Así que esta semana aquí lo dejo… sin más pretensiones que ser compasiva conmigo misma y no exigirme más de lo que hoy puedo dar.