“- ¿Quién nos recoge el viernes, mami?- Me pregunta Sergio de buena mañana.
– Yo mi amor, iré a recogeros a la hora de comer- Respondo poniéndome seria.
– Peroooo, ¿no viene la prima?, ¿no tienes Máster?- Me dice intrigado.
– No cariño, ya se ha terminado– Respondo melancólica.
– Pues que bien ¿no?– Dice demostrando su alegría.
– Buenoooo…”.
De cómo han pasado ocho meses…, y parece que fue ayer cuando comencé esta nueva aventura.
Y ahora me resuenan muchas palabras en la cabeza: tribu, sentido de pertenecía, compañeros de viaje, familia.
Y no soy la única que ha escrito estos últimos días de lo que ha supuesto este viaje que emprendimos juntos, veinticinco personas desconocidas, entre 25 y 55 años, con vidas diferentes, de distintas localidades, cada una con su pasado, su presente y su mirada en el futuro, pero todas con la misma inquietud, conocerse un poco más, desarrollarse un poco más, compartir un poco más, todas ellas dejándose la piel en cada seminario, infinitamente generosas, infinitamente pacientes, infinitamente valientes.
Personas con las que he llorado, he reído, he compartido, me he enternecido, he bailado, he gritado, he confesado…en definitiva, he mostrado mi lado más vulnerable, pero también mi lado más fuerte, mi lado más oscuro y a la vez el más luminoso, mi lado agresivo y también el más tierno, el congruente y el incongruente, el simpático y el antipático, el alegre y el triste…en definitiva mi ser, mi estar, mi querer, mi esencia.
Y ahora, un viernes por la tarde, en casa, mis hijos me dicen “qué raro verte aquí, mami“, y si, se me hace raro y mi tendencia a la melancolía hace que se me llenen los ojos de lágrimas, pero ahora, paro, respiro, me repongo y porque no decirlo…me vengo arriba porque veo que comienza otra etapa, un nuevo punto de partida.
Sí, nos dijeron esa frase el último día y resuena una y otra vez en mi cabeza, porque ahora comienza un nuevo viaje en mi vida, ahora ya no me valen las excusas, “es que estoy estudiando un Master” “es que me estoy preparando para…” No, ahora sí que sí, ahora hay que lanzarse a la piscina, poner todo lo aprendido en práctica, y empezar a actuar. Porque ahora sé lo que quiero, y lo que no quiero, se adonde me quiero dirigir y adonde no, se quien quiero que me acompañe en el camino y a quién quiero dejar atrás, sé que el camino es en espiral, con sus idas y venidas, con sus piedras y con sus flores. Y también sé que me acompaña el miedo, que va de mi mano en esta nueva andadura, que viene conmigo en mis días y en mis noches, pero ahora no lo veo como mi enemigo, no me paraliza, puede que me haga caminar más despacio, pero ya no puede conmigo.
Porque ahora cuento con mi tribu, aquella que me enseñó a ser compasiva con los demás y conmigo misma, la que me enseñó que ser sensible no es una debilidad, sino una virtud, que abrirse a los demás no significa que te puedan hacer daño, sino que te puedan amar de verdad. Esa tribu que me enseñó que aceptación, no es resignación, que llorar no es de débiles, que escucharse a sí mism@ a veces es más importante que escuchar a los demás.
Esa tribu con la que aprendí, que no somos lo que pensamos, sino lo que sentimos, que haya donde esté mi atención estará mi energía, que es más duro pensar en algo que hacerlo, que a veces es más fácil “disolver” que “resolver”, que si no lo encuentro dentro de mí, no lo voy a encontrar en ningún sitio, que uno es lo que ama, no lo que le aman, que lo que quiero vivir es lo que tengo que dar, que estar atenta significa estar presente, que hay que ser muy fuerte para atreverse a dejarse ver, que todo es posible y que hay que saber esperar el momento adecuado, que la fórmula del éxito es amor+entusiasmo todo ello acompañado de perseverancia, que a veces la mejor forma de hacer es no hacer y que nunca hay que olvidar la capacidad de asombrarse como los niños y convertirlo todo en un festival.
Así que no me queda otra cosa que dar las gracias a la vida, por haberme dado una nueva oportunidad para mostrarme mi propósito, y dar las gracias a todos aquellos que me han ayudado en estos ocho intensos meses, a mis compañeros, a mis profesores y por supuesto a mi familia.
Os quiero