“- ¡Despiertaaaaaa, Nachete, despiertaaaaaaaa!- le digo abrazándolo y con cierta voz de ultratumba.
– ¡Mmmmmmmmmmm!, déjame dormir– Contesta en sueños todavía.
– Venga Nachete, ven con tu madre y deja en paz a Morfeo– Insisto moviéndolo para que reaccione.
– Mamiiiii, déjame dormir-Responde sin abrir los ojos
– ¡Morfeo suelta a Nacho, déjale venir con su madre!– Grito yo cual Juana de Arco.
– Ainssssssssss, que pesada, quiero dormir– me dice con cierto tono de enfado. Y es que Nacho no tiene muy buen despertar.
– Venga Nachete, sal de la cueva de Morfeo y vuelve a la habitación con tu amantísima madre– Sigo insistiendo y burlándome de la situación.
– Vamos a ver– se incorpora, parece enfadado- no sé si te habrás dado cuenta de que estoy durmiendo solo ¿Quién es ese tal Morfeo con quien dices que yo estoy?, estás loca mama, y luego soy yo el que dice tonterías, pues como tú dices “cada cosa a su tiempo” y este no es momento de decir tonterías, sino de dormir, así que – vuelve a tumbarse y darse la vuelta- Buenas noches.
De cómo la lógica aplastante de los niños te dejan sin argumentos.
Y es que el otro día escuche por primera vez el concepto “lógica emocional” y me llevó a reflexionar si nuestras emociones siguen un patrón determinado de lenguaje lógico y si descifrándolo podemos llegar a tener un mayor y mejor conocimiento de nosotros mismos.
Según la lógica emocional, las emociones tienen un lenguaje propio, emociones como la tristeza, el miedo, la alegría o la ira nos hablan a través del estrés, la agresividad, la culpabilidad, la dependencia. Este lenguaje emocional se manifiesta además en unos síntomas en nuestro cuerpo como puede ser tensión muscular, nudos en el estómago, dolor de garganta…
Si aprendemos a conocer y a descifrar este lenguaje biológico que de manera consciente o inconsciente se manifiesta en nuestro cuerpo, podríamos llegar a descifrar cual es el mensaje, que es lo que propone la lógica emocional, que en lugar de negar, evitar o controlar nuestras emociones aprendamos a descifrar que es lo que nos quieren decir.
En ocasiones no entendemos nuestras conductas defensivas, o somos hipersensibles y reaccionamos ante cualquier comentario e incluso muchas veces sentimos que la ira, la tristeza o el miedo son más fuerte que nosotros, y sentimos que esa emoción es el problema, cuando la realidad es que es la solución, porque lo que ocurre es que esa emoción nos está queriendo decir algo, algo que ha sucedido, algo que está mal, y es momento de parar y escuchar que es lo que nos está queriendo transmitir.
Porque la emoción tiene una función y un sentido común, y es al familiarizarnos con su proceso y con su mensaje oculto cuándo podremos sentirnos menos abrumados y más libres.
De ahí, que ante cada emoción y el mensaje que me quiere transmitirá yo pueda realizar una pregunta lógica para descubrir que nos hace sentir así, y ante el miedo me puedo preguntar: “¿Qué amenaza percibo que me puede afectar a mi o mis necesidades de forma negativa?”, o ante la alegría: “¿Qué ha sucedido que realmente me gusta?”, ante la decepción: “¿lo que ha pasado ha sido peor de lo que me hubiera esperado?”, de modo que tras la pregunta, aparezca la respuesta y de ahí conozca el mensaje.
Así que propongámonos hacernos preguntas y reflexionar sobre las respuestas, porque es así como conseguiremos mantener el equilibrio y no nos dejaremos arrastrar por la emoción de manera gratuita e inútil.
Y tú ¿que no te estas preguntando ante una determinada emoción?.