“- Venga, venga a ver si podemos hacer más ruido– Digo irónicamente.
– Claro que si mama, mira, plofff, plofff– Responde Nacho con rin tintín.
– No seas idiota Nacho– Recrimina su hermano.
-¡Calla rata!– Contesta Nachete elevando el tono como si defendiera su honor.
– Ya está bien– Indico pausadamente, dentro del ascensor no tengo campo de actuación
– Eso ya está bien, es que Sergio, parece mentira, no sabes comportarte– Señala Nacho con el dedito.
¡¡¡¡¡ Zasca!!!!!!!
– Ahhhhhhhhhhhhhhhhh– Llora Nacho como si, en vez de una palmada, su hermano le hubiese dado un puñetazo.
– Te lo mereces, por sabiondo, repipi y pelota– Contesta su hermano muy dignamente
– Mami- ¿no tienes nada que decirle?- Me increpa lloriqueando.
– No Nacho, si te soy sincera, no tengo fuerzas ni para hablar, solo quiero salir de estos dos metros cuadrados y ponerme el pijama-Digo con las pocas fuerzas que me quedan
– ¡Madre mía!, NO HAY JUSTICIA EN ESTE MUNDO.
¿De dónde habrá sacado mi hijo pequeño esa vena melodramática, que hace que interprete cualquier papel cual nominado al Oscar? The winner is… Nacho Tari Colomina
Y es que cada uno se defiende como puede, y Nacho que utiliza muchas veces la ironía y el sarcasmo, como él dice, es capaz de sacar de sus casillas hasta a la mismísima Santa Teresa de Calcuta.
Porque todos tenemos unos mecanismos de defensa, que hemos ido creando como forma de sobrevivir en el mundo. Son como “amortiguadores” que nos han servido para afrontar problemas, circunstancias, hechos, más o menos negativos, para que no nos afectaran tanto. Ahora bien, estos mecanismos de defensa, también nos han impedido en muchas ocasiones tomar conciencia de lo que realmente nos está pasando, de cuáles son mis verdaderos sentimientos e incluso de cuál es la realidad obvia del suceso que nos causa malestar, mezclándolo con la fantasía de tal forma que no llegamos a distinguir lo uno de lo otro.
Uno de estos mecanismos es la INTROYECCIÓN, por el cual incorporamos dentro de nosotros mismos, ideas, actitudes, modos de actuar, que generalmente vienen de nuestras figuras de referencia, padre, madre, profesores etc. y que a la larga no permiten el desarrollo de la propia personalidad. Yo de esto se bastante, porque me he tragado, sin ni siquiera digerir, alguna que otra idea sobre mi misma, que con los años he podido cuestionar, y hasta eliminar de mi cabeza, de mi vocabulario y de todo mi ser.
Otro de estos mecanismos de defensa es la PROYECCIÓN, todo lo contrario al anterior, ya que a través de este mecanismo hago responsable a los demás, de lo que me sucede a mí misma, de modo que rechazo aquello que es mío para atribuírselo al otro. Y es en este mecanismo en el que me encuentro en muchas ocasiones cuando me enfado con mis hijos, proyectando en ellos lo que realmente siento en mí.
A veces me encuentro desarrollando otro mecanismo la RETROFLEXIÓN, es decir, me hago a mí misma lo que me gustaría hacer a otros pero no me atrevo y entonces dejo de dirigir mis energías hacia afuera, volviéndome infranqueable, esperando que los demás adivinen que es lo que necesito en un determinado momento, que es lo que quiero para satisfacer mis necesidades.
Y en otras ocasiones me encuentro utilizando el mecanismo de la CONFLUENCIA, de forma que no distingo lo que es mío, de lo que es de los demás, haciéndome un auténtico lío entre mis pensamientos, mis emociones y los pensamientos y las emociones de los otros, asumiéndolos como propios.
Si bien me he dado cuenta que estos mecanismos han sido y son útiles y necesarios para mí en determinados momentos de mi vida, también he descubierto que los he utilizado de forma inconsciente y muchas veces indiscriminadamente, de manera que han impedido ser consciente de mis verdaderas necesidades, de cuál es mi relación conmigo, con el entorno en particular y con el mundo en general.
Y lo cierto es que ahora estoy en una fase de DARME CUENTA, en entrar en contacto con el aquí y el ahora, con lo que soy, siento y percibo, en darme cuenta del mundo exterior, aquel que veo, toco, escucho, degusto o huelo. Darme cuenta del mundo interior, ese que siento y que tiene que ver con tomo mi mundo emocional. Pero sobre todo darme cuenta del Mundo Intermedio, ese que tiene que ver con mi fantasía, con mi imaginación, con recordar el pasado, con anticipar el futuro, ese que me impide ser, estar y sentir.